Solomillo de cerdo Wellington

1) Preparar este solomillo de cerdo Wellington es mucho más sencillo de lo que a priori nos puede parecer. Solo hay que seguir al dedillo la receta paso a paso y sobre todo respetar bien los tiempos de reposo del solomillo porque realmente es una elaboración sencilla.
Lo primero que vamos a hacer es preparar el solomillo de cerdo. Lo ideal es elegir un solomillo de cerdo que sea más bien gordito, el que se ve en la fotografía pesa unos 640 g. Vamos a sacar el solomillo de la nevera con una hora de antelación para que esté a temperatura ambiente y después, vamos a retirar el exceso de grasa del solomillo si es que lo tuviera y también vamos a cortarle las puntas para que nos quede el solomillo con una forma totalmente cilíndrica. Las puntas de solomillo las podemos guardar para otras elaboraciones (para un arroz, unos fideos a la cazuela,...).
Cuando tengamos listo el solomillo, le añadimos pimienta negra molida por todos los lados y después lo embadurnamos bien con aceite de oliva.

2) Ahora vamos a marcar el solomillo en la sartén. Para ello, ponemos una sartén a fuego fuerte con un chorrito de aceite de oliva y cuando el aceite esté bien caliente, colocamos el solomillo y lo vamos a marcar por todos los lados durante 2-3 minutos hasta que esté bien dorado. También vamos a marcar los bordes durante 1 minutos más o menos. Cuando tengamos el solomillo perfectamente dorado por todos los lados, lo retiramos de la sartén y lo colocamos en una fuente. Le añadimos sal por todos los lados y lo dejamos reposar mientras seguimos haciendo el resto de las elaboraciones.

3) A continuación, vamos a preparar la farsa del solomillo Wellington y para ello vamos a utilizar champiñones portobello y cebolla. Limpiamos muy bien los champiñones y después los cortamos en cuadraditos muy muy chiquititos. También picamos muy finita la cebolla.
En la misma sartén en la que marcamos el solomillo, añadimos un poco más de aceite de oliva y cuando el aceite esté caliente, añadimos la cebolla, mezclamos y añadimos una pica de sal. Si vemos que el solomillo ha soltado algo de jugos mienta reposa, también añadimos esos jugos a la sartén.

4) Cocinamos la cebolla a fuego medio unos 7 minutos hasta que esté muy blandita y añadimos los champiñones. Mezclamos, añadimos otra pizca de sal y cocinamos unos 5 minutos. Después, subimos un poco el fuego, añadimos el vino blanco y cocinamos 1-2 minutos hasta que se evapore por completo el alcohol del vino. Cocinamos unos últimos 2 minutos y ya tenemos lista la farsa. La colocamos bien estirada en una fuente para que se enfríe.

5) Cuando la farsa esté totalmente fría, podemos empezar con el montaje del solomillo Wellington. Colocamos el jamón serrano o el bacon encima de una hoja de papel de horno y lo colocamos haciendo un cuadrado de manera que no nos queden espacios entre una loncha y otra. Ahora, vamos a repartir la farsa por encima del jamón pero sin llegar a los extremos. Lo siguiente es embadurnar el solomillo con mostaza de Dijon por todos los lados y colocarlo encima de la farsa un poco más arriba del centro del cuadrado. Y ahora viene un momento delicado que es empezar a envolver el solomillo ayudándonos con el papel de horno.

6) Sin prisa, vamos envolviendo el solomillo ayudándonos del papel y haciendo un poco de presión hacia dentro a medida que vamos avanzando en enrollar el solomillo, hasta conseguir una especie de rulo. En este punto vamos a envolver el rulo de solomillo con el papel de horno, haciendo como un paquetito y lo vamos a meter en la nevera durante una hora para que se enfríe un poco y conserve mejor la forma.

7) Cuando el solomillo lleve una hora en la nevera ya podemos empezar el montaje final con el hojaldre. Tenemos que precalentar el horno a 220º C con calor arriba y abajo y también podemos meter la lámina de hojaldre en el congelador unos 10 minutos para que esté bien fría ya que al empezar a manipularla enseguida se calienta y nos puede resultar más difícil manejarla, especialmente si el hojaldre que usáis es hojaldre de mantequilla que es el que usamos nosotros que es mucho más rico pero también mucho más delicado.
Estiramos la lámina de hojaldre (esta es cuadrada pero rectangular también sirve) y la pintamos con huevo batido haciendo como un cuadrado sin llegar a los bordes. Colocamos el rulo de solomillo en la parte superior de la zona pintada con huevo y ayudándonos del papel de la propia lámina de hojaldre, vamos envolviendo el solomillo haciéndolo rodar, hasta llegar al final de la lámina.

8) Ahora vamos a presionar con las manos los dos extremos del rulo para que los bordes se queden bien cerrados y sin aire. Vamos a ver cómo en los extremos nos ha sobrado bastante masa. Vamos a cortar un poco de esa masa de los extremos que la vamos a utilizar para hacer unas tiras y decorar el hojaldre por encima.
Ahora viene otro momento delicado que es cerrar bien los extremos del hojaldre. Nosotros hicimos como si envolviésemos un regalo, haciendo dos pliegues pequeños hacia dentro y un último pliegue más grande hacia arriba. Todo pintando bien con el huevo que es el que va a hacer de pegamento para que quede bien sellado.
Cuando tengamos cerrados los dos extremos, pintamos toda la superficie del hojaldre con huevo y le ponemos las tiras de decoración. Nosotros las pusimos cruzadas pero podéis adornar el hojaldre cómo más os guste.

9) Una vez que hayamos puesto las tiras de decoración, esperamos unos 5 minutos y volvemos a pintar con huevo todo el hojaldre.Y en este punto, colocamos el solomillo Wellington con el propio papel de la lámina de hojaldre en una bandeja de horno y lo metemos en la zona media-baja del horno y horneamos durante 35-40 minutos a 220º C, con calor arriba y abajo. El tiempo de horneado puede variar un poco en función del hojaldre que utilicemos, así que vamos a fijarnos en las instrucciones que de el fabricante en el envase.
Pasado el tiempo de horneado, vamos a ver cómo el hojaldre se ha puesto bien doradito. Sacamos el solomillo Wellington del horno y lo dejamos reposar encima de una rejilla durante 5 minutos.
Después de tiempo de reposo, ya podemos proceder a cortar las porciones para servir, preferiblemente con un cuchillo de sierra. Y vamos a ver cómo el solomillo nos ha quedado en su punto, tierno y jugoso, rodeado de la farsa y el jamón y el hojaldre perfectamente cocido y crujiente.

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