Cómo hacer gambas al ajillo

1) Esta receta de gambas al ajillo de la abuela podemos prepararla tanto con gambas frescas como con gambas congeladas. En esta ocasión, las gambas que utilizamos nosotros son unas gambas de un tamaño mediano y éstas las compramos ya descongeladas de las que venden refrigeradas. Pelamos las gambas y si son algo grandes, podemos además quitarles el intestino con la ayuda de la punta de un cuchillo. Después, las lavamos bien con agua fría, las secamos con papel de cocina y les añadimos sal y pimienta negra molida.

2) Cortamos los dientes de ajo en láminas finas y picamos muy finito el perejil fresco. Añadir perejil es opcional pero le queda muy bien a las gambas al ajillo, nosotros siempre le ponemos.
La receta tradicional de las gambas al ajillo se prepara en una cazuela de barro pero para los que tenemos vitrocerámica en casa, vamos a utilizar una sartén. Ponemos la sartén a fuego medio con el aceite de oliva, el ajo y la guindilla cayena.
Cocinamos el ajo hasta que empiece a estar dorado y en ese momento, subimos el fuego e incorporamos las gambas. En este paso hay que tener cuidado de que los ajos no se quemen ya que le aportarían un sabor desagradable a las gambas, así que si tenemos miedo de que se nos queme el ajo, lo podemos retirar de la sartén una vez que esté dorado y volver a incorporarlo cuando los gambas estén cocinadas.

3) Cuando las gambas cambien de color (en menos de 1 minuto), apagamos el fuego y espolvoreamos el perejil fresco picado. Mezclamos un poco haciendo movimientos circulares de vaivén con la sartén y tapamos la sartén durante unos 1 o 2 minutos (dependiendo del tamaño de las gambas) para que las gambas acaben de cocinarse y ya tendríamos listas nuestras gambas al ajillo.

Podemos servir las gambas al ajillo en una cazuelita de barro y rápidamente las llevamos a la mesa ya que este plato se debe comer en el momento y antes de que se enfríe. Además es recomendable acompañar con un buen pan para mojar en el aceite que tendrá todo el gusto de las gambas al ajillo y el picante de la guindilla.
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