Pasos de la receta
Con la sepia limpia de vísceras y de tinta la vamos a lavar en abundante agua fría para que quede bien limpia. La secamos, la colocamos en una tabla y lo primero que haremos será quitarle la piel. Con la mano cogemos un poco de piel en el lateral del cuerpo y tiramos. Podemos ayudarnos con un cuchillo para separar la piel del cuerpo y cortamos la mitad del cuerpo. Las sepia tiene varias partes duras por lo que podemos ir palpando con la mano y retirando esas partes más duras con el cuchillo. Hacemos lo mismo con la otra mitad y reservamos las aletas laterales.
Para limpiar las aletas, le quitamos igualmente la piel y una vez que las tenemos limpias le vamos a quitar las partes más duras. La primera parte que es más dura y desagradable al comer es el cartílago que está pegado al cuerpo, lo notamos porque es mucho más duro que el resto de la aleta. Lo cortamos con el cuchillo y lo desechamos.
La otra parte que hay que quitar es la parte externa de la aleta que es un poco más oscura, la cortamos con el cuchillo y la desechamos.
A continuación, vamos a separar la cabeza de los tentáculos. Cortamos en la parte donde empiezan los tentáculos, la limpiamos y retiramos la piel. Podemos separar los tentáculos por la mitad.
Ya tenemos la sepia limpia, la lavamos muy bien con agua fría para eliminar cualquier resto de tinta y la escurrimos bien.
Ya tenemos la sepia preparada. Las dos aletas laterales, el cuerpo y los tentáculos partidos por la mitad.
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